
El Laberinto de la Academia nació de una de esas casualidades que no existen. Estaba leyendo un precioso libro de Jaime Buhigas Tallon[1] sobre Laberintos cuando me llegó una entrada en Facebook que hablaba sobre “El síndrome del Impostor. Aviso a doctorandos”[2]. Nunca antes había oído hablar sobre ello pero algo hizo que me lanzara a su lectura con urgente curiosidad. Cuál fue mi sorpresa que aquello que yo había sentido durante tantos años mientras realizaba mi tesis doctoral tenía nombre: El síndrome del impostor. Y no solo lo había sentido yo, sino que era algo bastante habitual entre los estudiantes de doctorado. Me quedé impactada.
Este artículo me transportó a mis años de doctoranda y a la inseguridad atenazante que pude llegar a sentir; la sensación de no avanzar; de que mi tesis no era lo suficientemente buena; que no lograba una “tesis” que no hubieran abordado ya otros; esa incansable soledad que me acompañó durante años; la incomprensión de los amig@s que no pertenecían a este mundo; ese sentimiento de vértigo cuando le dejaba los capítulos a mi director y “quedaba a la espera de sus comentarios”; ese miedo escénico cuando me tuve que poner delante de un tribunal que iba a evaluar mi trabajo de tantos años… Mucho esfuerzo, mucho tiempo, mucho miedo…
Ahora, en el otro lado de la mesa, reconozco ese mismo sentir en los y las estudiantes a los que les he dirigido y dirijo tesis doctorales y trabajos fin de grado y de máster y lo veo también en muchos de los estudiantes con los que me relaciono; además de en mis propios compañer@s ya doctores y doctoras. Ahora, después de un largo recorrido por el Laberinto de la Academia, y un intenso y profundo trabajo personal unido a mi formación terapéutica, puedo entender mucho mejor el proceso que vivimos mientras realizamos la tesis doctoral, o cualquier otro momento de la vida académica.
Rápidamente pude ver la conexión con el libro de laberintos que estaba leyendo… y así comenzó a surgir la idea del Laberinto de la Academia.
Algunos años después me llegó un articulo[3] que pone de manifiesto cómo se “normalizan” la ansiedad, el miedo, el estrés, la angustia, la depresión… que se puede llegar a sentir realizando la tesis doctoral. Mucho más problemática es la afirmación de que “La tesis doctoral perjudica la salud mental del doctorando”[4]. Esta no debe sorprendernos; lo hemos vivido tod@s los que hemos realizado la tesis doctoral; y lo hemos normalizado…
Porque veo a muchos estudiantes recorriendo el mismo camino que yo recorrí, con los mismos miedos e inseguridades, ansiedades y angustias; porque creo que se puede hacer la tesis doctoral (o cualquier otro trabajo académico) y no enfermar; porque creo honestamente en la necesidad de desmentir esta locura en la que se ha metido la academia; porque creo firmemente que se puede estar en la Academia de otra forma más sana; porque creo, en definitiva, que podemos humanizar la Academia haciendo que sea el Amor y no el Miedo el que campe a sus anchas. Por todas estas razones y algunas más nació el Laberinto de la Academia.
[1] Jaime Buhigas Tallon (2013). Laberintos. Historia, Mitos, Geometría. Ed. La esfera de los libros, Madrid. Este libro lo compré y lo dejé en mi biblioteca durante meses. Fue muchos días después de comprarlo cuando lo cogí para leerlo, justo un poco antes que me llegara el «Síndrome del Impostor».
[2] Diario de un Copépodo. “El síndrome del impostor. Aviso a doctorandos”. https://copepodo.wordpress.com/2012/12/06/el-sindrome-del-impostor-aviso-a-doctorandos/ (consultado el 3 junio 2017).
[3] The Guardian (1 marzo 2014). “There is a culture of acceptance around mental health issues in academia. https://www.theguardian.com/higher-education-network/blog/2014/mar/01/mental-health-issue-phd-research-university (consultado el 3 junio 2017).
[4] Katia Levecque, Frederik Anseel, Alain De Beuckelaer, Johan Van der Heyden and Lydia Gisle. 2017. “Work organization and mental health problems in phd students”. Research Policy 46 (4): 868-879.