
Hoy es de esos días que vuelvo a casa agradecida. Esta mañana vino una estudiante de 19 años a tutoría y acabamos hablando del alma de la tierra y se fue diciéndome que «le dolía la Tierra y lo que le estamos haciendo». Al marcharse, me descubrí emocionada mirando por la ventana, viendo mecerse esos árboles que le duelen.
Y esta tarde, en clase de Economía del Agua, los estudiantes han presentado un trabajo de esos que comienzan con «Abuela Grillo» y terminan con el aplauso emocionado de todos.
¡La emoción en el aula, la compasión en el despacho! Y siento que algo nuevo está naciendo…