«Con el Laberinto de la Academia comencé una nueva etapa en mi vida. Llegué bloqueada, perdida y sin comprender qué me pasaba». Después de muchas idas y venidas, de que «los miedos salieran de manera feroz cuando menos me lo esperaba (…) de sentirme pequeña, insuficiente y lejos de poder alcanzar mi meta: mi defensa. (Días de sentir que) todo el trabajo del que me sentía orgullosa parecía desvanecerse (…) Sin el Laberinto, quizá, no hubiera sido capaz de recuperar la serenidad que me ha acompañado en el proceso de escritura de los últimos meses».
El entrecomillado corresponde a algunas de las afirmaciones que hacía esta «Laberíntica» en el testimonio que dejó impreso en el Libro del Laberinto de la Academia. Hoy lo rescato para reafirmarme en la belleza de este acompañamiento a estudiantes de Doctorado. Para cerrar este curso sintiéndome agradecida por el trabajo que hago.
Lo rescato para recordarle a esta Laberíntica que después de recorrer áridos y solitarios paisajes, has sido capaz de «recuperar la serenidad que te ha acompañado en todo tu proceso» y defender de manera brillante, estoy segura, tu tesis doctoral.
¡Enhorabuena Doctora! Ahora, recuerda, solo te queda agarrar con fuerza el hilo de Ariadna y salir a la Vida.