
Hay veces que veo una profunda tristeza en los ojos de un estudiante de doctorado. Una tristeza que deriva de saber que la tesis que va a defender, de tantas correcciones impuestas, ya no es el trabajo que él/ella ha realizado con tanta pasión y entrega. Una tristeza de ver convertida su tesis en la tesis de otr@, en algo tibio, algo que solo complace a la Academia y mitiga los miedos e inseguridades de su director/a.
Y esta tristeza me conecta con la mía al ver cómo esos miedos e inseguridades alimentan un sistema enfermo; me conecta también con mi rabia, esa que reconozco, porque yo también tuve que descafeinar mi tesis para complacer a la Academia…
“Necesito algo que me reconforte y no sé qué es”, me dice. E intuyo que solo el Amor puede reconfortarla… ese Amor que aún chirría y tan poco se prodiga en la Academia.
Y así voy acompañando a l@s doctorandos, acompañándome a mí desde la rabia al Amor!