¿En quién te convertiste?

Hay veces que lees algo y se te remueven las entrañas. Eso me ha pasado a mí esta mañana mientras desayunaba.

Me llegó por whatsapp una cita del libro de Laura Llevador, Mi herida existía antes que yo.

Decía así: «El feminismo académico sufre una masculinización endémica. Serás admitido si aceptas convertirte en otro».

Me removió porque me reconocí en esa frase; porque me convertí en «otro», porque deseaba ser profesora de universidad, porque quería ser aceptada en el Olimpo de los Doctores. Lo que entonces no sabía es que mi deseo tenía un precio: silenciar mi voz.

Me convertí en una mujer de éxito, si por éxito se entiende lo que nos exige el sistema capitalista patriarcal en el que me movía. Una mujer que iba cumpliendo con todas las exigentes y enfermizas reglas de la «Excelencia académica»; una mujer que dejó de escuchar un dolor profundo por seguir acumulando éxitos profesionales. Una mujer que dejó de escuchar a la Tierra y al Agua, a pesar de ser éstas su «objeto de estudio»; una mujer que se prohibió su intuición porque en «su» mundo estaba mal visto; una mujer que dejó de percibir el mundo transparente para que no la llamaran «rara».

Me convertí en una mujer dura, fría, distante, estirada, «siesa» como me escupiría un estudiante a la cara. Esa «siesa» escondía un miedo atroz a dejarse ver, a mostrar su verdadera esencia.

Me convertí en una mujer que, de tanto silenciar su voz, se quebró.

Esto es una parte de mi pequeña historia que cuento en el libro de «YakuMama. La Voz Recobrada».

Hoy sé que es la historia de muchas de nosotras, demasiadas. Estemos donde estemos, sea cual sea nuestro entorno laboral, familiar, social.

Párate un segundo, escúchate, ¿dónde se silenció tu voz? ¿En qué te convertiste?

Porque después de recobrar mi voz es mi anhelo acompañar a otras mujeres a que recobren la suya, estoy trabajando en ofrecerte los Encuentros de la Red de Mujeres por la Voz Recobrada.

Pararemos para escucharnos, para recordar quiénes somos, más allá del personaje en el que nos hemos convertido.

Pararemos para darle voz a nuestra voz. Porque cuando hayamos recordado, una Nueva Tierra será posible.

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