Ayer comenzamos la tercera edición del Laberinto de la Academia. No fue el estrés, ni la ansiedad, ni los bloqueos, ni siquiera el síndrome del impostor lo que ha unido a estos cuatro «caminantes»; ha sido la SOLEDAD. Esta fue la frase más escuchada ayer en el Laberinto: «Estoy sola, estoy solo». Y al finalizar la tarde, me emocioné profundamente cuando a mi pregunta de qué te das cuenta en esta sesión, uno de los «caminantes» respondía: «Me doy cuenta que no estoy solo». Cuando te das cuenta de esto y te permites buscar compañía, la encuentras… Y eso regocija el corazón.
Gracias a los cuatro caminantes que se atreven a comenzar esta aventura. Para mí es un auténtico regalo acompañarnos en nuestra soledad.