Hoy los estudiantes han atravesado la Puerta del Laberinto de la Academia. Se han atrevido a transformar su rol en su verdad: han visto cómo detrás de una mujer pretendidamente «simple» se esconde un profundo dolor; cómo en la inseguridad se encierra la esencia del compromiso y la solidaridad; cómo el bufón, todo cabeza, se transforma en un hombre con cuerpo y corazón. Y así, cada cual, desnudos, con su llave y su verdad le han dado un sí profundo a la Academia.
Me doy cuenta, con reverente emoción, que el sí de cada uno de ellos, es mi propio sí a la Academia. Un sí profundo que he de recordarme para no olvidarlo; un sí profundo que ellos y ellas me recuerdan con sus pasos. Un sí, un compromiso, profundo…