
Justo hace un año volvía de un taller que cambiaría mi vida. Y no es una exageración. No lo vi entonces, lo veo ahora cuando Malika Avani, una hermosa mujer Guardiana del tambor, me recuerda en Fb una entrada que puse al llegar, con fecha del 9 de julio 2019. Decía así:
«Poner en palabras lo vivido, lo sentido, lo compartido es tarea imposible… pero lo intento… La medicina del tambor me ayuda a conectar con mi ritmo, que no es otro que el ritmo de la Tierra; me ayuda a recuperar mi voz, esa tanto tiempo perdida. Me pone delante de mis ancestros, a los que honro. Saca a mi niña a bailar y a mi mujer salvaje a confrontar con amor. Me lleva a cantarle a la Gran Madre y a bailar alrededor del fuego. Me hace tomar la fuerza salvaje de mi totem y la suave dulzura de mi animal de poder… Todo ello sostenido por el círculo amoroso de mujeres y hombres, que con el ritmo potente de sus tambores contuvieron mis mayores miedos y me ayudaron a desplegar toda mi fuerza! Gracias Malika Avani, Gracias Araceli Baños Piqueras, por traer esta hermosa medicina, la medicina de la Tierra. Por ponerla a nuestro servicio dando así ejemplo del Camino a seguir… al servicio de la Gran Madre!! AHO!«
Ahora que, con la ayuda de la YakuMama, recobro mi voz, esa tanto tiempo silenciada; ahora que recupero mi ritmo, el mío propio, el de la Tierra, el del Agua; ahora que tomo mi poder… Ahora le doy sentido a las experiencias vividas hace un año; seguramente dentro de un año pueda dárselas a lo que vivo hoy. AHO!