
La Humildad, el camino de la YakuMama, siempre fluyendo hacia las cotas más bajas; ocupando los espacios oscuros y sagrados en las profundidades de la PachaMama.
Humildad para, sabiéndose pura y cristalina en las fuentes de las cumbres montañosas, reconocerse putrefacta y maloliente en un charco de ciudad.
Humildad para saberse poderosa cuando generosa riega y fertiliza los campos, y ruin cuando su fuerza destructiva arrasa pueblos y valles.
Humildad para reconocerse en el recodo manso de un río y en la atronadora catarata que implacable cae desde las alturas;
para saberse dura y fría en las altas cumbres, sabiéndose cálida y acogedora en el seno materno.
Humildad para saberse gota siendo océano…