A vueltas con el Patriarcado… también en la Terapia… Reconociéndome valiosa por lo que soy

El otro día tuve una sesión que me resultó muy difícil de sostener. Una paciente con la que ya había trabajado hacía más de dos años y que hizo un proceso sanador, me volvió a llamar para retomar las sesiones y trabajar algo que quedó pendiente. Llevábamos trabajando en este segundo ciclo 14 sesiones y un día me escribió porque quería tener una última para cerrar. Me sorprendió.

La paciente estaba muy enfadada. Se había informado de qué era esto de la Gestalt y de las Constelaciones Familiares y se había dado cuenta de que eran unas «pseudociencias» y una «estafa». Eso me dolió, tanto o más como que me lo dijera a mí personalmente. Huelga decir que en el encuadre le había explicado quién era yo y mi forma de trabajar. Lo hago siempre.

Más allá de la sesión con esta paciente, me doy cuenta cómo aún el hecho de que me cuestionen a mí y mi forma de trabajar me desequilibra, me hace cuestionarme. Es lo que siempre viví en la Academia, la necesidad de la validación de mi persona y mi trabajo con baremos patriarcalizados, esos que solo valen si el trabajo es «racional», lineal, objetivo y según los cánones de la «oficialidad».

Me dolió que llamara a la Gestalt y a las Constelaciones pseudociencias porque ya sabemos el ataque que están sufriendo por parte de esa «oficialidad». Hoy veo que aún me duele. Pero ya no me justifico. Entiendo que no a todo el mundo le pueda valer esta forma de trabajar y lo respeto.

En mi trabajo terapéutico, más allá de la base que me dio la Gestalt y el complemento de las Constelaciones Familiares, me entrego yo, la que soy hoy, con mis luces y mis sombras. Acompañando con amor y respeto, como hago conmigo. Porque mucho daño me hice al no respetarme y darle más credibilidad a lo que otros decían de mí. Mucho daño me hice al necesitar la validación del otro. Me doy cuenta que en la Terapia como en la Academia sigue predominando con mucha fuerza el patriarcado más rancio, el más estrecho, el que más daño hace, el que trata de callarnos.

Hoy, con algo más de calma, veo cómo ese patriarcado se cuela por cualquier rendija haciéndonos creer que aquello que va más allá de lo puramente racional, de que aquello para lo que la Ciencia no tiene explicación, es pura estafa. ¿Pero cómo explicar racionalmente lo que no lo es? Me doy cuenta cómo lo que no se entiende, se critica, se ataca, se desprecia, se minusvalora… no solo en la Academia, también en la Terapia.

Hay muchas cosas a las que la Ciencia convencional aún no alcanza. No por eso dejan de ser valiosas. Seguiré con mi trabajo, entregándome tal cual soy. En la Academia y en la Terapia. Seguiré dándome con Amor y Respeto, recobrando mi voz y reconociéndome valiosa por lo que soy.

MUJERES QUE RECOBRAN SU VOZ

La herida de una niña que fue abusada, que no pudo elegir… Una herida que puede llegar a somatizarse durante años, envuelta en un profundo sentimiento de culpa. Hoy, como adulta sí puede expresar lo que entonces no pudo; hoy puede elegir lo que entonces le fue negado.

Mujeres valientes que se atreven a abrir heridas dolorosas, durante años silenciadas!! Mujeres que recobran su voz!!❤️

Cuando una mujer expresa su verdad

Cuando una mujer expresa su verdad, la belleza inunda la sala. Cuando unas manos de mujer tocan con amor, los colores se funden creando un espacio en el que parir la verdad que lleva dentro.

En ese momento la voz se recobra para llevar al mundo el mensaje amoroso de que una Nueva Tierra es posible.

Agradecida a las hermosas mujeres con las que trabajo. Sois mi fuente de inspiración para expresar mi verdad, recobrar mi voz y ponerla al servicio de esta nueva Tierra.

Dándole sentido a lo vivido

The healing drum. Malika Avani. En La Morada del Yayo, Guillena, Sevilla. Julio 2019.

Justo hace un año volvía de un taller que cambiaría mi vida. Y no es una exageración. No lo vi entonces, lo veo ahora cuando Malika Avani, una hermosa mujer Guardiana del tambor, me recuerda en Fb una entrada que puse al llegar, con fecha del 9 de julio 2019. Decía así:

«Poner en palabras lo vivido, lo sentido, lo compartido es tarea imposible… pero lo intento… La medicina del tambor me ayuda a conectar con mi ritmo, que no es otro que el ritmo de la Tierra; me ayuda a recuperar mi voz, esa tanto tiempo perdida. Me pone delante de mis ancestros, a los que honro. Saca a mi niña a bailar y a mi mujer salvaje a confrontar con amor. Me lleva a cantarle a la Gran Madre y a bailar alrededor del fuego. Me hace tomar la fuerza salvaje de mi totem y la suave dulzura de mi animal de poder… Todo ello sostenido por el círculo amoroso de mujeres y hombres, que con el ritmo potente de sus tambores contuvieron mis mayores miedos y me ayudaron a desplegar toda mi fuerza! Gracias Malika Avani, Gracias Araceli Baños Piqueras, por traer esta hermosa medicina, la medicina de la Tierra. Por ponerla a nuestro servicio dando así ejemplo del Camino a seguir… al servicio de la Gran Madre!! AHO!«

Ahora que, con la ayuda de la YakuMama, recobro mi voz, esa tanto tiempo silenciada; ahora que recupero mi ritmo, el mío propio, el de la Tierra, el del Agua; ahora que tomo mi poder… Ahora le doy sentido a las experiencias vividas hace un año; seguramente dentro de un año pueda dárselas a lo que vivo hoy. AHO!

«La humildad le da al agua su poder» (Lao Tsé)

Gotas de agua sobre tela de araña. Castañuelo, Huelva. Primavera 2019.

La Humildad, el camino de la YakuMama, siempre fluyendo hacia las cotas más bajas; ocupando los espacios oscuros y sagrados en las profundidades de la PachaMama.

Humildad para, sabiéndose pura y cristalina en las fuentes de las cumbres montañosas, reconocerse putrefacta y maloliente en un charco de ciudad.

Humildad para saberse poderosa cuando generosa riega y fertiliza los campos, y ruin cuando su fuerza destructiva arrasa pueblos y valles.

Humildad para reconocerse en el recodo manso de un río y en la atronadora catarata que implacable cae desde las alturas;

para saberse dura y fría en las altas cumbres, sabiéndose cálida y acogedora en el seno materno.

Humildad para saberse gota siendo océano…

Las voces del agua…

Hoy es un día triste: han privatizado el agua en Brasil…

Cada cierto tiempo siento la necesidad de ir al Alcazar y entrar nada más abren su gran portón y mientras los turistas se entretienen en el “palacio” me cuelo, sola, en la inmensidad de sus jardines. Me reciben los orgullosos pavos reales, las alegres golondrinas y como un bendito mantra, el agua, por todos sitios, en todos los rincones… sin ruido que la silencie…

Hoy que se privatiza en Brasil, más que nunca, necesito escuchar las voces del agua, en cada fuente, en el baño del mirlo, en el correr en la acequia, en el jazmín… en cada rincón del alma, porque me duele…

NO celebremos el Día Mundial del “Medio Ambiente”. Por un Ritmo compatible con la Vida

Mairena del Aljarafe, Sevilla. Abril, 2020.

El 28 de abril, tras 45 días de confinamiento, me preguntaba que me estaba trayendo esta excepcional situación que nos ha tocado vivir. Me respondía entonces que me traía la posibilidad de darme cuenta que todo está relacionado; incluso lo de «fuera» con lo de «dentro». Me daba cuenta que tan solo dos semanas después de estar confinados, la Vida comenzó a resurgir, la Tierra comenzó a regenerarse. Hoy puedo ver que habíamos adoptado un ritmo compatible con la Vida.

Y mientras esto pasaba fuera, algo similar ocurría en nuestro interior. Ralentizábamos nuestro ritmo vital, nos cuidábamos y cuidábamos, nos comenzamos a escuchar, a ver, a sentir… también para much@s de nosotr@s ha sido un tiempo de regeneración. Más allá de la tragedia social y económica que vivíamos, a un nivel personal, much@s, incluso con culpa, nos hemos llegado a sentir bien «en casa»; a much@s, el confinamiento se nos ha quedado corto.


Y ahora que comenzamos a salir nos damos cuenta que no queremos volver a ese ritmo loco que teníamos y a much@s nos hace enfermar. Un ritmo que nos impide estar en nosotr@s y con nosotr@s, un ritmo que nos desconecta de nuestra esencia porque nace de la competitividad enfermiza del hacer y no del ser.


No se trata simplemente que nos dé pereza “salir de la cabaña”. Se trata de que much@s hemos encontrado aquella parte de nosotr@s que olvidamos hace tanto tiempo y ahora, que empezábamos a sentirnos cómodos en nuestra presencia, nos piden volver a desconectarnos, a olvidarnos de este tesoro recién descubierto. Y nos damos cuenta que no queremos; que lo que queremos, como la propia Tierra, es seguir el ritmo de la Vida.


Hoy, en el Día Mundial del mal llamado «Medio Ambiente», me doy cuenta que no es casualidad que nosotr@s también nos hayamos regenerado en este tiempo de confinamiento, como Ella; no es casualidad que se nos haya quedado corto, como a Ella. Por esto, no se trata de celebrar el día Mundial del Medio Ambiente, perpetuando así una disociación con lo que verdaderamente somos, sino de dar pasos en este camino de la Unidad, de la Integración, permitiéndonos un ritmo compatible con la Vida, donde podamos seguir fluyendo con la YakuMama, dejándonos llevar por nuestra verdadera esencia. Un ritmo que nos permita escucharnos, vernos, sentirnos; que nos siga permitiendo escucharla, verla, sentirla.

NO celebremos el día mundial del medio ambiente, celebremos nuestro día, el de Todo, el de Todos, el Día en el que recobramos un ritmo compatible con la Vida.

El sinaí de mi abuela

En casa de mi abuela había un Sinaí que recuerdo, en mi niñez, como un simple objeto decorativo. Al morir ella, pasó a mi madre y desde hace semanas lo imaginaba en mi casa. Mi madre, en su infinita generosidad me lo ha dado. Y aquí está ahora, en la entrada de mi casa, como símbolo de la YakuMama, del recuerdo del agua, de la voz recobrada. En recuerdo y honor de mi abuela!! Siempre conmigo!

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