Categoría: Laberinto de la Academia

Hoy en El Laberinto de la Academia hemos llegado al Centro, ese oscuro lugar que esconde nuestros peores miedos: el día de la defensa de la tesis doctoral.

Cada cual recorre su propio laberinto y se enfrenta a sus propios miedos. Es la única forma de mirar de frente nuestra verdad… Es la única manera de integrar la fuerza que tod@s llevamos dentro!!

Hoy hay una nueva Doctora en el Laberinto de la Academia, una mujer que silenciosamente va construyendo la Historia, la suya propia. Una mujer que sabe que para llegar hasta aquí hace falta algo más que «una cabeza fría»… hace falta darse permiso para verse… entera…

Enhorabuena por esta magnífica tesis; enhorabuena por este fabuloso recorrido que haces hacia ti, haciendo historia. Ha sido un placer y un precioso aprendizaje acompañarte. Ahora, recuerda, tira bien fuerte del hilo de Ariadna y sal a la Vida. La Vida te espera… espera a esa mujer completa que eres!

Con mucha alegría informo que ya puedes encontrar en las librerías mi nuevo libro «El Laberinto de la Academia. La tesis doctoral: un viaje de ida y vuelta». También pidiéndomelo a mí directamente en el correo laberintoacademia@gmail.com

Hoy los estudiantes han atravesado la Puerta del Laberinto de la Academia. Se han atrevido a transformar su rol en su verdad: han visto cómo detrás de una mujer pretendidamente «simple» se esconde un profundo dolor; cómo en la inseguridad se encierra la esencia del compromiso y la solidaridad; cómo el bufón, todo cabeza, se transforma en un hombre con cuerpo y corazón. Y así, cada cual, desnudos, con su llave y su verdad le han dado un sí profundo a la Academia.

Me doy cuenta, con reverente emoción, que el sí de cada uno de ellos, es mi propio sí a la Academia. Un sí profundo que he de recordarme para no olvidarlo; un sí profundo que ellos y ellas me recuerdan con sus pasos. Un sí, un compromiso, profundo…

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Una chica me avisó un poco antes que no podría seguir viniendo al Laberinto de la Academia pues la trasladaban de ciudad… Me quedaba con un grupo de tres e iba inquieta para la segunda sesión, ¿cómo lo tomarán los chic@s que quedan? ¿Habrá energía suficiente para trabajar?… Estas y mil cosas más rondaban mi cabeza hasta que me dije: «Esta es la energía que hay y, recordando una vez más a Herman Hess, me dije ‘aquí están los huéspedes justos'». Con esta confianza, entré en Búho Blanco y me puse a disponerlo todo para la sesión.

Una vez más la Vida me demuestra que si confío recibo regalos inesperados. No solo eran los huéspedes justos sino que la energía que allí se concentró fue hermosa, como lo fue la sesión que tuvimos.

El Muro los confrontó con lo más evidente para cada uno de ellos, aquello que ya saben pero que hasta ahora no se habían atrevido a ver. Y al mismo tiempo, se dieron permiso para verse en su «cabeza», en su «inseguridad», en su «estar perdido», cada cual con lo suyo y todos con lo de todos; cada uno con su Muro, y todos reconociéndose de alguna manera en el del otro.

Y yo me reconozco en esa pantalla negra que solo me devuelve mi cabeza, sin conexión con mi corazón, con mi cuerpo… sin conexión con mi pasión. Y me reconozco en esa inseguridad que quiero tirar lejos de mí para poder, de una vez por todas, deshacerme de ella, dándome cuenta que solo si la recojo con ternura, si la reconozco como mía, podré transitar este Laberinto. Y me reconozco, ay, en este sentirme perdida, en este sentirme desarmada, en este miedo…

Y vuelvo para mi casa plena de agradecimiento a estos tres caminantes que me dan su confianza y su mano para acompañarlos por este recorrido; y vuelvo, diciéndome, «¿Lo ves?, son los huéspedes justos…». Y mi corazón sonríe…

A las 17.00 h. era la hora convenida para iniciar la tercera edición de El Laberinto de la Academia. A las 15.00, cuando salí para Búho Blanco, aún no sabía qué me iba a encontrar. Habían contactado conmigo cinco personas pero en mis peores fantasías me quedaba solo con dos; una «se rajaba», otra no llegaba a venir, otra ya sabía que no venía… solo dos… me quedaba sin grupo para el Laberinto.

Me llevé toda la mañana inquieta, de hecho había dormido mal y poco la noche anterior. Antes de salir me dije: «Confía y déjate sorprender por la Vida». Tuve que respirar varias veces y así, con mi inquietud y mi confianza me fui para Búho Blanco.

Y la Vida me ha regalado el grupo «justo», dos chicas y dos chicos, y entre los cuatro llevan una preciosa energía con la que trabajar. Como decía Herman Hesse, «Nada sucede casualmente, aquí solo se encuentran los huéspedes justos»…

Ayer comenzamos la tercera edición del Laberinto de la Academia. No fue el estrés, ni la ansiedad, ni los bloqueos, ni siquiera el síndrome del impostor lo que ha unido a estos cuatro «caminantes»; ha sido la SOLEDAD. Esta fue la frase más escuchada ayer en el Laberinto: «Estoy sola, estoy solo». Y al finalizar la tarde, me emocioné profundamente cuando a mi pregunta de qué te das cuenta en esta sesión, uno de los «caminantes» respondía: «Me doy cuenta que no estoy solo». Cuando te das cuenta de esto y te permites buscar compañía, la encuentras… Y eso regocija el corazón.

Gracias a los cuatro caminantes que se atreven a comenzar esta aventura. Para mí es un auténtico regalo acompañarnos en nuestra soledad.