
Llega a consulta una mujer joven, estudiante de doctorado. Quiere terminar su tesis pero hay algo que no la deja avanzar.
Un dolor profundo la guía, un dolor que le habla de violencia… y se da cuenta que es la misma violencia que el sistema académico ejerce sobre ella; y es la misma que ella ejerce sobre si misma…
Cuando escucho, una y otra vez, cómo en este Laberinto de la Academia vivimos bajo tanta violencia, se me encoge el corazón. Y al mismo tiempo me recuerdo, una y otra vez, que en la Universidad podemos estar de otra manera, podemos humanizarla, podemos humanizarnos.
Cuando acaba la sesión, la estudiante deja escapar un tímido “esto me da esperanzas”. Y mi alma sonríe… sí, aún hay esperanza…