Con mucha alegría os presento la Espiral de «YakuMama. La Voz Recobrada». Desde hace mucho tiempo, no sé muy bien cómo ni cuándo empezó, me siento atraída por las espirales. Le he ido dando sentido en mi propio camino y, tímidamente, la he ido incorporando en los procesos terapéuticos de las personas a las que acompaño, siempre dibujándola con papel y lápiz. Hoy doy un paso más y la integro con la Tierra, el Agua y el Fuego para seguir caminando…
Mil gracias a Aaron Agivala y Alicia Galán por su amorosa ayuda y cariño .
Si quieres venir a recorrer la Espiral de la Vida en YakuMama, encantada te acompaño.
Es precioso el momento del cierre del proceso terapéutico. Sobran las palabras; ya está todo dicho. Ya no hacen falta escudos que nos protejan; ya cayó el disfraz del ego, la máscara que tanto pesa; la suya y la mía. Y solo quedan dos seres en profunda gratitud!!
Cuando una mujer expresa su verdad, la belleza inunda la sala. Cuando unas manos de mujer tocan con amor, los colores se funden creando un espacio en el que parir la verdad que lleva dentro.
En ese momento la voz se recobra para llevar al mundo el mensaje amoroso de que una Nueva Tierra es posible.
Agradecida a las hermosas mujeres con las que trabajo. Sois mi fuente de inspiración para expresar mi verdad, recobrar mi voz y ponerla al servicio de esta nueva Tierra.
Lo sepamos o no; lo creamos o no, somos parte de la Tierra y, como ella, entramos en tiempo de otoño. Nuestros cuerpos sienten el cambio de luz, de temperatura, los vientos que nos zarandean, las primeras aguas que nos mojan tras el tórrido verano. Solo se trata de sentir con la Tierra, de soltar lo que ya amarillea; de dar gracias por los frutos que maduran. Y no resistirnos, dejar que todo siga su curso. La Tierra sabe, nuestro cuerpo también…
Las primeras lluvias tras el tórrido verano anuncian la llegada del otoño, ese ir hacia dentro, hacia mí… Y me deleito con cada gota… porque eso somos, eso soy!
The healing drum. Malika Avani. En La Morada del Yayo, Guillena, Sevilla. Julio 2019.
Justo hace un año volvía de un taller que cambiaría mi vida. Y no es una exageración. No lo vi entonces, lo veo ahora cuando Malika Avani, una hermosa mujer Guardiana del tambor, me recuerda en Fb una entrada que puse al llegar, con fecha del 9 de julio 2019. Decía así:
«Poner en palabras lo vivido, lo sentido, lo compartido es tarea imposible… pero lo intento… La medicina del tambor me ayuda a conectar con mi ritmo, que no es otro que el ritmo de la Tierra; me ayuda a recuperar mi voz, esa tanto tiempo perdida. Me pone delante de mis ancestros, a los que honro. Saca a mi niña a bailar y a mi mujer salvaje a confrontar con amor. Me lleva a cantarle a la Gran Madre y a bailar alrededor del fuego. Me hace tomar la fuerza salvaje de mi totem y la suave dulzura de mi animal de poder… Todo ello sostenido por el círculo amoroso de mujeres y hombres, que con el ritmo potente de sus tambores contuvieron mis mayores miedos y me ayudaron a desplegar toda mi fuerza! Gracias Malika Avani, Gracias Araceli Baños Piqueras, por traer esta hermosa medicina, la medicina de la Tierra. Por ponerla a nuestro servicio dando así ejemplo del Camino a seguir… al servicio de la Gran Madre!! AHO!«
Ahora que, con la ayuda de la YakuMama, recobro mi voz, esa tanto tiempo silenciada; ahora que recupero mi ritmo, el mío propio, el de la Tierra, el del Agua; ahora que tomo mi poder… Ahora le doy sentido a las experiencias vividas hace un año; seguramente dentro de un año pueda dárselas a lo que vivo hoy. AHO!
Gotas de agua sobre tela de araña. Castañuelo, Huelva. Primavera 2019.
La Humildad, el camino de la YakuMama, siempre fluyendo hacia las cotas más bajas; ocupando los espacios oscuros y sagrados en las profundidades de la PachaMama.
Humildad para, sabiéndose pura y cristalina en las fuentes de las cumbres montañosas, reconocerse putrefacta y maloliente en un charco de ciudad.
Humildad para saberse poderosa cuando generosa riega y fertiliza los campos, y ruin cuando su fuerza destructiva arrasa pueblos y valles.
Humildad para reconocerse en el recodo manso de un río y en la atronadora catarata que implacable cae desde las alturas;
para saberse dura y fría en las altas cumbres, sabiéndose cálida y acogedora en el seno materno.
Hoy es un día triste: han privatizado el agua en Brasil…
Cada cierto tiempo siento la necesidad de ir al Alcazar y entrar nada más abren su gran portón y mientras los turistas se entretienen en el “palacio” me cuelo, sola, en la inmensidad de sus jardines. Me reciben los orgullosos pavos reales, las alegres golondrinas y como un bendito mantra, el agua, por todos sitios, en todos los rincones… sin ruido que la silencie…
Hoy que se privatiza en Brasil, más que nunca, necesito escuchar las voces del agua, en cada fuente, en el baño del mirlo, en el correr en la acequia, en el jazmín… en cada rincón del alma, porque me duele…
El 28 de abril, tras 45 días de confinamiento, me preguntaba que me estaba trayendo esta excepcional situación que nos ha tocado vivir. Me respondía entonces que me traía la posibilidad de darme cuenta que todo está relacionado; incluso lo de «fuera» con lo de «dentro». Me daba cuenta que tan solo dos semanas después de estar confinados, la Vida comenzó a resurgir, la Tierra comenzó a regenerarse. Hoy puedo ver que habíamos adoptado un ritmo compatible con la Vida.
Y mientras esto pasaba fuera, algo similar ocurría en nuestro interior. Ralentizábamos nuestro ritmo vital, nos cuidábamos y cuidábamos, nos comenzamos a escuchar, a ver, a sentir… también para much@s de nosotr@s ha sido un tiempo de regeneración. Más allá de la tragedia social y económica que vivíamos, a un nivel personal, much@s, incluso con culpa, nos hemos llegado a sentir bien «en casa»; a much@s, el confinamiento se nos ha quedado corto.
Y ahora que comenzamos a salir nos damos cuenta que no queremos volver a ese ritmo loco que teníamos y a much@s nos hace enfermar. Un ritmo que nos impide estar en nosotr@s y con nosotr@s, un ritmo que nos desconecta de nuestra esencia porque nace de la competitividad enfermiza del hacer y no del ser.
No se trata simplemente que nos dé pereza “salir de la cabaña”. Se trata de que much@s hemos encontrado aquella parte de nosotr@s que olvidamos hace tanto tiempo y ahora, que empezábamos a sentirnos cómodos en nuestra presencia, nos piden volver a desconectarnos, a olvidarnos de este tesoro recién descubierto. Y nos damos cuenta que no queremos; que lo que queremos, como la propia Tierra, es seguir el ritmo de la Vida.
Hoy, en el Día Mundial del mal llamado «Medio Ambiente», me doy cuenta que no es casualidad que nosotr@s también nos hayamos regenerado en este tiempo de confinamiento, como Ella; no es casualidad que se nos haya quedado corto, como a Ella. Por esto, no se trata de celebrar el día Mundial del Medio Ambiente, perpetuando así una disociación con lo que verdaderamente somos, sino de dar pasos en este camino de la Unidad, de la Integración, permitiéndonos un ritmo compatible con la Vida, donde podamos seguir fluyendo con la YakuMama, dejándonos llevar por nuestra verdadera esencia. Un ritmo que nos permita escucharnos, vernos, sentirnos; que nos siga permitiendo escucharla, verla, sentirla.
NO celebremos el día mundial del medio ambiente, celebremos nuestro día, el de Todo, el de Todos, el Día en el que recobramos un ritmo compatible con la Vida.
Cataratas Victoria. Frontera entre Zambia y Zimbawe. 2017.
He pasado todo el confinamiento trabajando con el «automático» puesto. Pensé que con esto de trabajar desde casa me quedaría tiempo para retomar un ilusionante libro que comencé y con el ajetreo del segundo cuatrimestre había pospuesto. Pero nada más lejos de la realidad. Lejos de encontrar la serenidad y el tiempo para sentarme con mis dibujos y esquemas, me encontré sumergida en una vorágine de clases online que ocupó todo mi tiempo y mi energía.
Justo cuando entrábamos en la Fase 1, a mediados de mayo, comencé a entrar en ebullición; no sabría definirlo de otra forma. Y me di cuenta que ya va siendo hora de recobrar la voz, no solo la mía… Una voz silenciada durante largo tiempo, no solo la mía…
Y es el agua, la YakuMama, la Gran Madre, la que me inspira, la que me lleva, a veces confrontándome como una fuerte tormenta; otras meciéndome como a un bebé en su suave balanceo.
Hoy lanzo mi nueva web como una forma de comenzar a darle voz a lo que tiene que ser recordado. Es solo una forma de «recordar». Si algo te resuena, bienvenid@. Recordemos junt@s!
Gracias a tod@s los que de una manera o de otra me habéis acompañado en estos dos meses!! Habéis sido un regalo!!