Por ell@s y para ell@s, LA MAGIA DEL AGUA

Foto Amanda_EcAgua

(PINCHA AQUÍ para ver el VIDEO)

… Y poco a poco, como el calor que tímidamente llega, voy cerrando el curso de Economía del Agua. Como todos los años, al inicio y a final de curso, les pregunto a los estudiantes ¿Qué es el agua? y tienen que responder con una fotografía. Una chica respondió con un cenote mexicano, donde había estado recientemente. Le daba título a la foto con «El agua en el interior» y su reflexión terminaba diciendo, «el agua guarda experiencias de millones de años atrás y sigue acompañándonos en el interior», y le hablé de la memoria del agua…

Me doy cuenta que nos ponemos en el camino mucho antes de ser conscientes de que estamos en él. Esta chica lo ha hecho, y hoy me preguntaba: «Esther, cuando me hablaste el otro día de la memoria del agua, ¿de qué me estabas hablando?… ¿de la espiritualidad del agua?». Y esto lo iba diciendo con una voz cada vez más bajita, como para que no la escuchara nadie; era su intuición hablándole, algo muy quedo, muy de dentro, muy del interior…

Y días como hoy es cuando me doy cuenta que la magia de la docencia es como la magia del agua, esa que nos lleva al interior, esta que llevamos dentro… Y días como hoy vuelvo a dar Gracias con mayúsculas a los estudiantes de Economía del Agua!!

Un año más, para ell@s y por ell@s, la MAGIA DEL AGUA! (**)

(*) Fotografía de Amanda Guerrero, estudiante de Economía del Agua, UPO, 2017-18.

(**) El Video La Magia del Agua lo realicé hace 5 años en agradecimiento a estos estudiante que tanto me inspiran

Cuando la creatividad desborda el aula

Esta semana pasada, en una de las prácticas de Economía Aplicada al Medio Ambiente (1º Ciencias Ambientales, UPO), los estudiantes tenían que responder a la pregunta ¿Y yo qué puedo hacer ante la obsolescencia programada? La práctica consistía en hacer algo «creativo» en grupo. Me sorprendieron con respuestas tan divertidas como una parodia de dos niños y sus juguetes; un «teatrillo» de unos amigos tomando unas tapas y charlando sobre el tema; un juego del trivial; una «vivencia» de lo que ocurre a nuestras espaldas (en países en vías de desarrollo) mientras nosotros compramos compulsivamente en nuestros «supuestamente países desarrollados»; ideas para reparar y reutilizar, una canción, un pequeño documental casero con encuestas a pie de calle, un cartel propagandístico, un cómic… y así podría seguir…

Os dejo una muestra de la maravillosa creatividad que todos llevamos dentro, solo hay que dejarla salir. Este video está realizado por Alberto Flores Gallego, Carmen García Villalobos, Elena Castellanos Amador y Andrea Blasco Vázquez. Gracias a tod@s ell@s por permitirme disfrutar de esta otra manera de enseñar.

EL VIDEO lo podeis ver pinchando AQUÍ

LA LETRA DE LA CANCIÓN ES ESTA:

Un día desperté, mi teléfono no funcionaba,

Lo intenté y ni siquiera llamaba, busqué en internet: ¿por qué no me andaba?

¿Y sabéis que salió?: obsolescencia programada,

Vaya descaro, en un momento me había sentido engañado,

El día que lo compré, pobre de mí, estaba ya sepultado

La inocencia perdí dos años hipotéticamente duraba,

Un año me daba el seguro, un año y un día después la batería ya no aguantaba.

¿Servicio técnico? Fraude infinito,

Obligado a comprar y tirar, comprar y tirar, si quieres lo repito.

En un bucle entré, no sabía ni cómo salir,

En un laberinto me hallaba, la salida no encontraba.

¿Qué puedo hacer? Quería arreglarlo,

Gracias a mi amigo internet soluciones creativas hallé.

Uno: alquiler, no compres tanto,

Fomenta el consumo local y no acumules en vano.

No todo es la calidad, hay más cosas en el mercado,

Existen productos usados que se venden de segunda mano.

Repara y si lo prefieres encuentra piezas si quieres,

No hace falta que tires si se rompe, arréglalo y no desesperes.

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Comparte, realiza trueques de objetos,

¿Para qué comprar y vender cuando puedes hacer un intercambio completo?

Seguimos con reciclar, las ventajas son evidentes,

Un mundo mejor, menos emisión y fomentación de economía verde.

¿Qué mas hacer? ¿Acaso no crees que no hay que comprar cada mes?

¿Sabes qué? Puedes usarlo y usarlo una y otra vez.

O si lo prefieres, puedes mandarlo a un taller,

Que cogen algo obsoleto y lo hacen perfecto pa´que vaya bien.

El Silencio habla en Baeza…

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… Y volví al master de Baeza, ese al que todos los años me daba pereza venir. Este año, tras la experiencia del curso pasado, venía con ilusión y ganas. Y no sé si será el aire puro de esta ciudad; sus callejuelas medievales que me transportan a otra vida, el frío que me cala o la mezcla de tantas culturas que se dan cita aquí durante tres cortos e intensos meses. Un poco de todo supongo y la magia ha vuelto al aula.

Tras un intenso día de clases, mañana y tarde, terminamos con una danza de agradecimiento a la Madre Tierra, todos en círculo, danzando… y me acordé de tí, querido José Andrés, aquello que me decías: «al danzar, con los pies acariciamos la Tierra». Y acariciábamos a la Madre Tierra también en agradecimiento a todos nosotros, por el día vivido, por la poesía compartida; por la magia que se hace Presencia. Es el cambio de paradigma vivenciado.

Termino el día agradeciéndole a este precioso grupo haberme permitido ser  más yo; dándome permiso para confiar en mí, en lo que tengo  para ellos, en lo que tengo para mí. Dándome cuenta que la imagen es el lenguaje del alma y cuando se produce la magia, las palabras sobran. El Silencio habla en Baeza. ¡GRACIAS!

«Donde mi coherencia me lleve»…

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Estoy rellenando la solicitud de sexenios; el disparate de los disparates. Me he pensado mucho si hacerlo porque decidí hace tiempo no participar más de esta locura. Sin embargo, me he dado cuenta que tengo curriculum suficiente para pedirlo y hacerlo es el reconocimiento que me debo a mi misma por todos estos años de duro trabajo. Y lo más importante, es el reconocimiento expreso para decirme ¡Basta ya. Hasta aquí!

Conscientemente me bajo del carro de la locura para quedarme conmigo, para dedicarle tiempo a mi esencia, apostando por mi, caminando a mi lado… como decía un maestro, «donde mi coherencia me lleve»…

De la sumisión, la libertad y el Amor… sin pedir permiso

22688401_10159479055605297_2516405147087646275_nFotografía: JAFG

Hoy estoy revuelta. Ayer tuvimos sesión de El Laberinto de la Academia y, una vez más, quedaba de manifiesto la sumisión a la que el sistema universitario nos aboca a los que queremos hacer carrera académica; la rabia por un sistema tremendamente indigno, que nadie conoce nada más que el que lo vive, se hacía presente. Yo pensaba estar ya libre de esto (ingenua de mí), y me doy cuenta cómo la rabia y el dolor de los estudiantes es el mío propio. Rabia, dolor, indignación…

Y justo hoy, cuando más revuelta estoy, abro el correo y me encuentro dos regalos. Uno de un hombre para mi muy querido y admirado. Me manda este artículo: «Los males de la universidad y la conjura de los mediocres» (de Ana Jorge, en «Sin Permiso»). En el último párrafo podemos leer sobre esta sumisión, a la que le añado, una sumisión que nos lleva a una individualidad feroz y enfermiza. Una sumisión con la que, si nos descuidamos, podemos perder hasta la dignidad por el camino. Y al leerlo me sube la bilis acumulada durante años, una bilis que creía haber ya echado de mi cuerpo; pero no, aún me duele el alma cuando me reconozco en esa sumisión a unas normas y criterios absolutamente irracionales impuestos por los mediocres…

El otro regalo me ha alegrado el corazón. Me llega desde muy lejos, desde Chiapas, donde un amigo del alma me cuenta cómo mujeres valientes luchan por su libertad, sin pedir permiso. Me cuenta que «son ellas quienes hoy toman la batuta y la delantera. Son ellas, jóvenes envalentonadas, quienes hoy no sólo dicen «ya basta», como hace veintitantos años, sino que dicen ​»así lo haremos». Todo esto me hace mucho eco porque creo que es parte de esta «feminización» del mundo que tanto nos urge».

Leo esto y el corazón se me acelera, se me alegra, me da la pista. Es por aquí. Y me doy cuenta que no quiero decir más «ya basta». Ahora quiero compartir un «así lo haremos» y quiero hacerlo desde lo femenino que hay en mí. Me doy cuenta cómo la rabia, el miedo y el dolor solo podemos transitarlo desde el Amor, el amor a la madre, el amor a la Tierra, el amor de lo femenino y a lo femenino. Solo con el Amor podremos transitar la rabia, el miedo y el dolor.  Solo el Amor nos hará ser libres de tanta sumisión, sin pedir permiso!

EL TEMOR A LA ACADEMIA, VENCIDO… LOS ÚLTIMOS BASTIONES, RECUPERADOS…

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Hay días que quedan en la memoria por la herida que dejan. Y otros, porque ponen de manifiesto cómo esa herida sanó…

Hace ya 7 años, un estudiante de master llegó a mí para hacer el planteamiento de su proyecto fin de master. Quería hacer un «análisis de costes». Era un estudiante que intuía «brillante» y me atreví a proponerle la locura de acompañarlo en aquello en lo que yo empezaba a indagar: el cambio de paradigma. No sé si valiente o inconsciente, pero aceptó el reto. Hizo un trabajo «transdisciplinar», de esos que desde el master reclamábamos como necesarios en estos tiempos de cambios. Un estudiante, con estudios superiores de  ingeniería, con master en Desarrollo Económico y Sostenibilidad, que vino a España a aprender de desarrollo y olfateó la mentira en la que vivimos. Así, quiso cambiar su manera de mirar, atreviéndose a plantear nuevas preguntas. Un atrevido reto intelectual que supuso también un atrevido reto para la Academia, tan encorsetada en sus estrechos límites parcelarios y disciplinarios. El tribunal encargado de evaluar aquel trabajo no supo (no quiso, o no pudo) ver el esfuerzo que implicaba el proyecto que tenían delante. Así, este brillante estudiante, que pudo haber sacado un sobresaliente en un banal estudio de costes, se quedo con un notable raspado para un excelente proyecto no entendido por la Academia.

Volvió a su país con la promesa de que haría la tesis doctoral. Pensé entonces que era una promesa más de tantas; sentí que «el temor a la Academia» podría haber anulado las ilusiones de un futuro doctorando.

Lejos de achantarse por la locura de este mundo académico sin sentido, se atrevió a «buscar nuevos espejos, para mirar distinto» (Fuentes, JA. 2017). Y, cumpliendo su promesa, hace una semana presentaba una tesis doctoral que muchos no habríamos llegado a realizar en años. Y ahora sí, el tribunal supo ver el ingente esfuerzo y la brillantez del estudio. El temor a la Academia había sido vencido por un estudiante que se atrevió a hablar de desarrollo y pobreza; de paradigmas y epistemología; de espiritualidad y patriarcado… Un estudiante que se atrevió a hacer de su camino su tesis doctoral.

Y pude ver cómo aquella herida sanó de la mejor manera posible; una herida que le sirvió para salir del Laberinto de la Academia, de la locura a la que este mundo universitario nos lleva; y aún así demostrar que se puede hacer una tesis doctoral brillante sin enfermar de excelencia ni competitividad. Una tesis Cum Laude que se lleva a su país donde seguir haciendo su camino, habiendo vencido al Minotauro del Laberinto… habiendo vencido el Temor a la Academia y recuperando así los «últimos bastiones: la alegría, la risa, el amor, el disfrute y el gozo…» (Fuentes, JA. 2017). ¡Una tesis que ha merecido la alegría, y no la pena!

Fotografía: José Andrés Fuentes (https://www.facebook.com/chemex?hc_ref=SEARCH&fref=nf)

«El temor a la Academia», vencido. Recuperados los últimos bastiones…

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Hay días que quedan en la memoria por la herida que dejan. Y otros, porque ponen de manifiesto cómo esa herida sanó. Ayer fue uno de estos últimos que quedarán en mi memoria para siempre.

Hace ya 7 años, un estudiante de master llegó a mí para hacer el planteamiento de su proyecto fin de master. Quería hacer un «análisis de costes». Era un estudiante que intuía «brillante» y me atreví a proponerle la locura de acompañarlo en aquello en lo que yo empezaba a indagar: el cambio de paradigma. No sé si valiente o inconsciente, pero aceptó el reto. Hizo un trabajo «transdisciplinar», de esos que desde el master reclamábamos como necesarios en estos tiempos de cambios. Un estudiante, con estudios superiores de  ingeniería, con master en Desarrollo Económico y Sostenibilidad, que vino a España a aprender de desarrollo y olfateó la mentira en la que vivimos. Así, quiso cambiar su manera de mirar, atreviéndose a plantear nuevas preguntas. Un atrevido reto intelectual que supuso también un atrevido reto para la Academia, tan encorsetada en sus estrechos límites parcelarios y disciplinarios. El tribunal encargado de evaluar aquel trabajo no supo (no quiso, o no pudo) ver el esfuerzo que implicaba el proyecto que tenían delante. Así, este brillante estudiante, que pudo haber sacado un sobresaliente en un banal estudio de costes, se quedo con un notable raspado para un excelente proyecto no entendido por la Academia.

Volvió a su país con la promesa de que haría la tesis doctoral. Pensé entonces que era una promesa más de tantas; sentí que «el temor a la Academia» podría haber anulado las ilusiones de un futuro doctorando.

Lejos de achantarse por la locura de este mundo académico sin sentido, se atrevió a seguir profundizando aún más. Y ayer, cumpliendo su promesa, presentaba una tesis doctoral que muchos no habríamos llegado a realizar en años. Y ahora sí, el tribunal supo ver el ingente esfuerzo y la brillantez del estudio. El temor a la Academia había sido vencido por un estudiante que se atrevió a hablar de desarrollo y pobreza; de paradigmas y epistemología; de espiritualidad y patriarcado… Un estudiante que se atrevió a hacer de su camino su tesis doctoral.

Ayer pude ver cómo aquella herida sanó de la mejor manera posible; una herida que le sirvió para salir del Laberinto de la Academia, de la locura a la que este mundo universitario nos lleva; y aún así demostrar que se puede hacer una tesis doctoral brillante sin enfermar de excelencia ni competitividad. Una tesis Cum Laude que se lleva a su país donde seguir haciendo su camino, habiendo vencido al Minotauro del Laberinto… habiendo vencido el Temor a la Academia… y recuperando así los «últimos bastiones: la alegría, la risa, el amor, el disfrute y el gozo…».

Y me doy cuenta que el Temor a la Academia que ha sido vencido es el mío. Y  en este darme cuenta me dejo sentir con fuerza lo que de verdad quiero: acompañar a otros a vencer el temor a la Academia, a DISFRUTAR  de la Vida, a recuperar los últimos bastiones…

El curso ha merecido la pena…

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Estoy corrigiendo como una loca las prácticas y tengo que parar para escribir esto que me sale a borbotones. Hoy siento que el curso ha merecido la pena…

En la asignatura Economía del Agua, propongo una primera práctica que es responder a la pregunta «¿Qué es para ti el agua?» y han de responderla con una fotografía, con el objetivo fundamental de que aprendan disfrutando y fomentando su creatividad, que es infinita. Esto lo hacemos a principio y a final de curso y así los estudiantes pueden valorar por si mismos su aprendizaje.

Hoy estoy corrigiendo la última práctica y me emociona ver el recorrido de estos chicos y chicas que a principio de curso, a pesar de ser estudiantes de Ambientales, reconocían no tener mucho conocimiento y menos conciencia sobre los problemas del agua. Hoy me emociono al leer las respuestas que dan a mi pregunta «¿Y yo que puedo hacer?».

Son muchas las fotografías subidas y las reflexiones sobre su aprendizaje. Pero esta que aquí subo me ha emocionado profundamente. Este chico reconoce que al ver cómo la fuente perdía agua «sintió» que esa tenía que ser su foto para la práctica. Y no solo se quedó ahí, sino que sintió que tenía que hacer algo. Llamó a la Línea Verde para dar parte de la pérdida de agua en la fuente… y se sintió «realizado».

Estas son las pequeñas cosas que podemos hacer, desde donde estamos, en nuestro aquí y ahora; no cuando seamos no sé qué, en un futuro lejano y en un allí distante. Esto es «sentir» el agua, no solamente «entenderla»… Esto es consciencia y con ella podemos cambiar el mundo!

Me siento profundamente afortunada y agradecida a esta grupo de estudiantes que comenzó hablando de «consciencia» y termina «sintiéndola»… a este grupo que me ha permitido seguir sintiendo «La Magia del Agua«.

CUANDO ME LO PERMITO…

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La semana pasada tuve que ir, como todos los años, a dar clases en un master en la sede que la UNIA tiene en Baeza. Cada año me da más pereza ir, o eso me cuento los días previos. La noche anterior, ya en Baeza, me envuelve un no se qué… no sé si es la mágica solemnidad de una ciudad que parece transportarme a otra época; o esas callejuelas solitarias, donde el frío de la noche penetra mis orejas y el eco de mis pasos me persiguen cuando vuelvo de cenar.

Allí me refugio en una triste habitación que en absoluto se corresponde con el regio edificio que la alberga.  Allí estaba, sabiendo que al día siguiente me esperaban diez horas de clases. Se me hacía un mundo, el cansancio me podía. Tenía la clase preparada de otros años; le eché un vistazo y me podía haber ido a dormir tranquilamente. Pero algo me revolvía por dentro. Esa clase, preparada de años anteriores, ya no me valía. «El Cambio de Paradigma», eso es lo que tenía que explicar en 10 horas… y en un ordenador casi sin batería me puse a darle forma a ese otro cambio que durante los últimos años ha operado en mí. Así me dieron casi las 12.00 de la noche; una presentación más “creativa”, basada más en la imagen que en la palabra, fue la que finalmente salió de mí aquella noche. Así, satisfecha y cansada, cerré el ordenador y los ojos.

Veintisiete estudiantes me esperaban al día siguiente; entre veinti pocos y cuarenta y muchos años; de diversos rincones de España y Latinoamérica; ávidos de conocimiento. Llevada por el momento, comencé contando mi vida, el porqué y el para qué de ese cambio de paradigma; la mañana fue transcurriendo entre conceptos, ideas, premisas, preguntas y no respuestas. No sé cómo, salimos del aula y terminamos en un prado, sentados en círculo, cogidos de la mano, cada uno compartiendo su verdad, limpiando entre todos lo que el escaso mes de convivencia había ensuciado. Vi llorar a hombres y mujeres hablando de su verdad, de su necesidad de compartir… vi cómo el cambio de paradigma se hacía vivencia, más allá de las palabras y de la propia epistemología. Y la tarde comenzó, sentados nuevamente en círculo, con Carlos compartiendo una canción a Latinoamérica, tocada a la guitarra por Erik, aquel chico rubio que habla con su guitarra.

Y entonces entendí aquella desazón que me picaba la noche anterior. No se trata de enseñar de “cabeza a cabeza”; el cambio de paradigma en la docencia se trata de un diálogo entre almas, donde hay que darle cabida a las emociones y al sentir de todos. La cabeza ya la traemos “de serie”, se trata de hacerle un hueco a nuestro corazón, el de ellos y el mío; de hacerle un hueco a la posibilidad de no solo “enseñar” el cambio de paradigma, sino de “vivenciarlo”, de sentirlo… aquí y ahora.

Y me doy cuenta que cuando me permito caminar por donde mi corazón y mi intuición me guían, doy lo mejor que tengo, mi alma… y los estudiantes me dan lo mejor que tienen, sus propias almas… y entonces el aula se convierte en una fiesta llena de regalos que compartir.

Gracias a esos veintisiete estudiantes que han hecho que cuando me volvía a Sevilla, regresara con una sensación de plenitud que me hizo olvidar aquella pereza inicial… me han hecho sentir la satisfacción de estar en un camino que me permite poner al servicio lo mejor de mí… cuando me lo permito… A ver si no lo olvido para el año que viene cuando me toque de nuevo volver a Baeza…

 

 

 

 

 

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PORTADA

 

Hoy tengo el inmenso placer de presentaros mi primer libro (y espero que no el último). En él comparto una maravillosa experiencia docente que me atreví a llevar al aula universitaria. Desde aquí agradezco a todos los que me han animado diciéndome que este proyecto tenía que ver la luz, y especialmente a los estudiantes que me están permitiendo hacer un sueño realidad.

 

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